Inicio > Los grandes monasterios de ripoll, sant joan y camprodon
Los grandes monasterios de Ripoll, Sant Joan y Camprodon
Monasterio de Santa Maria de Ripoll
El monasterio de Santa María de Ripoll fue fundado a finales del siglo IX por el conde Wifredo el Velloso y su esposa Guinedilda con el objetivo de repoblar el valle de Ripoll. Pocos años después, se había convertido en uno de los centros culturales más importantes de la Europa medieval. Su biblioteca custodiaba códices mozárabes, visigodos y medievales de temática litúrgica, jurídica, musical, astronómica, geométrica ... En 1835 el centro monástico sufrió un incendio, pero se pudieron salvar 230 volúmenes que se encuentran en el Archivo de la Corona de Aragón y aquellos que ya habían salido del monasterio para ingresar en las bibliotecas Nacional de París, Vaticana, Capitular de Vic y la de Cataluña.
Durante el siglo X la iglesia fue reformada y consagrada en dos ocasiones, en el año 935 y el año 977. El abad Oliba consagró en 1032 la nueva iglesia del monasterio, de estilo románico lombardo, con una planta basilical de cinco naves coronada por siete ábsides. Cabe destacar la decoración de los muros, con arquerías ciegas y bandas lombardas. El edificio ha sufrido varias desgracias a lo largo del tiempo, ya finales del siglo XIX fue reconstruido por Elies Rogent.
Durante el siglo X la iglesia fue reformada y consagrada en dos ocasiones, en el año 935 y el año 977. El abad Oliba consagró en 1032 la nueva iglesia del monasterio, de estilo románico lombardo, con una planta basilical de cinco naves coronada por siete ábsides. Cabe destacar la decoración de los muros, con arquerías ciegas y bandas lombardas. El edificio ha sufrido varias desgracias a lo largo del tiempo, ya finales del siglo XIX fue reconstruido por Elies Rogent.
La portada, del siglo XII y concebida a modo de gran arco triunfal, es la pieza románica más importante. En el centro, en la parte superior, podemos observar la majestad, flanqueada por los símbolos de los evangelios (hombre, Mateo, águila, Juan; león, Marcos; toro, Lucas). A ambos lados, los ancianos del Apocalipsis, y debajo, los apóstoles y varios santos. En los frisos inferiores, en la parte izquierda, escenas de las vidas de los reyes bíblicos David y Salomón y a la derecha, Moisés conduciendo al pueblo israelita que es ayudado por Dios. En las arquivueltas encontramos representado fragmentos de la vida de San Pedro y San Pablo, de Jonás y Daniel, de Caín y Abel. Desgraciadamente ha perdido toda la policromía y las inscripciones que presentaba originalmente.Ç
Monasterio de Sant Joan de les Abadesses
Fundado también por Wifredo el Velloso a finales del siglo IX para repoblar el valle, lo dejó bajo la responsabilidad de su hija, la abadesa Emma, y una comunidad de monjas. En 1017, la abadesa Ingilberga y las monjas fueron expulsadas por tener una supuesta conducta moral inadecuada y fueron tildadas de "meretrices de Venus". Pero detrás de esta denuncia había motivos políticos: Bernat Tallaferro, conde de Besalú, quería apropiarse del monasterio y sus tierras para crear el obispado de Besalú, y por lo tanto, junto con el abad Oliba, ambos hermanastros de Ingilberga, se presentaron en Roma para acusar las religiosas. Con este hecho histórico se relacionará, siglos más tarde, la leyenda del conde Arnau.
En el siglo XII se • instaló en el monasterio una comunidad agustiniana. El año 1150 se consagró la iglesia, el actual edificio, con planta de cruz latina, de una sola nave, corta y alta, la cabecera, formada por cinco ábsides, destaca por su decoración con capiteles, molduras y arcos ciegas. En cambio, la nave y el transepto se caracterizan por su sobriedad.
Este tipo de planta arquitectónica es poco frecuente en Cataluña y hay que relacionarlo con el románico francés y las grandes iglesias de peregrinación.
En el siglo XII se • instaló en el monasterio una comunidad agustiniana. El año 1150 se consagró la iglesia, el actual edificio, con planta de cruz latina, de una sola nave, corta y alta, la cabecera, formada por cinco ábsides, destaca por su decoración con capiteles, molduras y arcos ciegas. En cambio, la nave y el transepto se caracterizan por su sobriedad.
Este tipo de planta arquitectónica es poco frecuente en Cataluña y hay que relacionarlo con el románico francés y las grandes iglesias de peregrinación.
Originalmente la iglesia disponía de una girola y de una cúpula, pero el año 1428 fueron destruidas por un terremoto, entonces se levantaron los cuatro pilares que vemos hoy y se prolongó la bóveda del techo.
En el ábside central, podemos observar un descenso de la cruz, del año 1251, formado por siete figuras que dejan entrever los primeros trazos góticos en el tratamiento de los rostros, aunque los cuerpos son plenamente románicos. Recibe el nombre de Santísimo Misterio, porque durante siete siglos conservó en el interior del frente de Cristo una sagrada forma en perfecto estado.
Cabe destacar el claustro gótico de planta en forma de trapecio y los retablos góticos de Santa María la Blanca y San Agustín. El museo del monasterio conserva un conjunto de piezas románicas como unas cruces de cristal de roca, varios tejidos, arquetas, etc.
El monasterio se encontraba dentro del recinto monástico. Hoy en día, conocemos los límites y podemos contemplar algunos de los edificios que lo integraban como el Palacio de la Abadía y la capilla de San Miguel de la Enfermería, justo al lado. Las plazas que se extienden frente al monasterio, y el espacio existente entre la calle Abad Isalguer y la calle de San Miguel también formaban parte.
En el ábside central, podemos observar un descenso de la cruz, del año 1251, formado por siete figuras que dejan entrever los primeros trazos góticos en el tratamiento de los rostros, aunque los cuerpos son plenamente románicos. Recibe el nombre de Santísimo Misterio, porque durante siete siglos conservó en el interior del frente de Cristo una sagrada forma en perfecto estado.
Cabe destacar el claustro gótico de planta en forma de trapecio y los retablos góticos de Santa María la Blanca y San Agustín. El museo del monasterio conserva un conjunto de piezas románicas como unas cruces de cristal de roca, varios tejidos, arquetas, etc.
El monasterio se encontraba dentro del recinto monástico. Hoy en día, conocemos los límites y podemos contemplar algunos de los edificios que lo integraban como el Palacio de la Abadía y la capilla de San Miguel de la Enfermería, justo al lado. Las plazas que se extienden frente al monasterio, y el espacio existente entre la calle Abad Isalguer y la calle de San Miguel también formaban parte.
+ información
Oficina de Turismo de Sant Joan
Tel. 972 720599
[email protected]
www.santjoandelesabadesses.com
Oficina de Turismo de Sant Joan
Tel. 972 720599
[email protected]
www.santjoandelesabadesses.com
Monasterio de Sant Pere de Camprodon
Fundado por Guifré II, conde de Besalú, a mediados del siglo X, hoy en día sólo podemos contemplar la iglesia. El claustro era destruido en el año 1460 y en el siglo XVII, el monasterio estaba en tan mal estado que los ocho monjes y el abad debían residir en casas particulares. Durante el siglo XX se derruir las dependencias monacales y se restauró la iglesia.
La iglesia es del siglo XII, de planta de cruz latina. Tiene una sola nave, cubierta con bóveda de cañón ligeramente apuntada, reforzada por arcos torales. Cabe destacar los cinco ábsides rectangulares, cuatro de los cuales se encuentran en el transepto y no se diferencian desde el exterior.
La iglesia es del siglo XII, de planta de cruz latina. Tiene una sola nave, cubierta con bóveda de cañón ligeramente apuntada, reforzada por arcos torales. Cabe destacar los cinco ábsides rectangulares, cuatro de los cuales se encuentran en el transepto y no se diferencian desde el exterior.
El campanario, de dos pisos y alzado sobre el cimborrio, da dinamismo al conjunto arquitectónico, el cimborrio se traduce en el interior en una cúpula decorada con una cornisa.
La gran sencillez en la construcción del edificio y la poca decoración que podemos encontrar, la acercan a la orden del Císter, donde la sobriedad es elegancia.
La zona más trabajada es la portada de la fachada principal, con unas formas parecidas a las de Santa Cecilia de Molló.
La gran sencillez en la construcción del edificio y la poca decoración que podemos encontrar, la acercan a la orden del Císter, donde la sobriedad es elegancia.
La zona más trabajada es la portada de la fachada principal, con unas formas parecidas a las de Santa Cecilia de Molló.